Presentación MariCarmen Ramos

Empiezo citando a Roberto Bolaño:
“¿Entonces qué es una escritura de calidad? Pues lo que siempre ha sido: meter la cabeza en lo oscuro, saber saltar al vacío, saber que la literatura básicamente es un oficio peligroso. Correr por el borde del precipicio: a un lado del abismo sin fondo.”

Quise empezar con esta cita, primero porque creo que refleja en gran medida lo que David hizo con esta novela: meter la cabeza en lo oscuro, correr a un lado del abismo sin fondo, o mejor dicho por el borde de un risco, pero sobretodo, entrarle a un oficio peligroso en el cual es imposible no tropezarse a cada instante con la vulnerabilidad y la duda. También considero que estas palabras de Bolaño nos pueden servir de marco para explorar ciertas ideas en torno a lo que implica el acto de escribir y en qué consiste la aventura de leer.

Cuando pensamos en el acto de escribir, solemos crear en nuestra mente una imagen romantizada del escritor bohemio sentado frente a una computadora, en un espacio rodeado de un caos creativo: libros por todos lados y papeles en desorden en un escritorio destartalado. En esta escena, afuera es de noche, o muy de madrugada y el escritor se encuentra tomando café o una copa de vino, fumando sin cesar, atormentado y solo, siempre solo. De hecho, una de las creencias más arraigadas sobre la escritura es que la soledad es prácticamente un requisito indispensable para que ésta se materialice. Creo, sin embargo, que tendríamos que replantearnos un poco nuestro concepto de soledad porque que aquel que escribe nunca escribe solo. Lo acompañan sus ideales, sus esperanzas y sus sueños. Tambien sus obesiones, sus pesadillas y sus mounstros. Están con él o ella sus circumstancias y sus prejuicios, pero más que nada el que escribe lo hace siempre en compañia de sus lecturas.

Y los que leemos, también leemos acompañados de otros textos. Cuando yo leo, de los placeres más grandes, es ir pasando las hojas y ver cómo de manera natural empiezan a surgir conexiones con novelas, ensayos y poesías de mis lecturas pasadas. Lo que Borges llamaría mi genealogía literaria. Esas conexiones son ventanas que iluminan y enriquecen el texto que tengo en mis manos. También es fascinante atestiguar que cada nuevo descubrimiento literario me ayuda a reinterpretar y crear nuevos significados a lecturas que talvez ya había olvidado. Roberto Bolaño lo dice muy bien en Los detectives salvajes: con la escritura haces un homenaje a tu canon personal y con tu lectura recuperas tu canon personal.

Es por eso que hoy quisiera no solo ofrecerles unas cuantas impresiones sobre mi lectura de La clínica del Riscal, sino también contarles un poco sobre los textos y autores que acompañaron a David al escribir su novela y compartir con ustedes los referentes literarios que inevitablemente evoqué al leerla.

El título de La clínica del Riscal se refiere a la residencia psiquiátrica donde viven los personajes protagonistas de esta ficción y cada uno de los siete capítulos de esta obra, está dedicado a un paciente de la clínica. En esta composición a 7 voces, los narradores de cada uno de los relatos, son los perritos encargados de acompañar y dar apoyo terapéutico a los internos y es a través de las narraciones de los caninos que nos submergimos en la mente y el sufrimiento de los personajes y nos enteramos de su pasado y su historia clínica. A lo largo de toda la novela, la voz de la razón, compasión y cordura proviene del mejor amigo del hombre. El reino animal, como siempre, mucho más sabio que el humano. Y bueno, eso se los dejo a ustedes allí para que le den vueltas.

Les mentiría si les dijera que la lectura de La clínica del Riscal me pareció una lectura fácil. La temática puede ser angustiante y perturbadora, el estilo es sofisticado y erudito; y David le escribe a un lector que irremediablemente tiene que estar atento. Sin embargo, David, o mas bien, sus perritos narradores, no dejan al lector solo. Le hablan constantemente, le van llevando de la mano y lo invitan a leer de cierta forma. Y esos ‘diálogos’ que los narradores de esta novela mantienen con el lector, confirman la idea de que la experiencia literaria no es un acto en solitario porque dan la impresión de que el autor quiere compañía en el relato.

En La Clínica del riscal, David no tiene miedo a arriesgarse: juega con el lenguaje y experimenta, pero en la base de su escritura hay una gran sensibilidad y una constante tendencia poética. El ritmo de su prosa puede fliur, mecerte, o sacudirte. El lenguaje es dulce, desgarrador, elegante, visceral. Las imágenes que nos presenta pueden ser sublimes o aterradoras y repulsivas. Paradógicamente, hay una gran belleza en la forma en la que el dolor es narrado.

Las pinceladas de humor, tan necesarias en la vida diaria y tan inscritas en nuestra cultura, están presentes en esta novela de una manera sutil, a veces inesperada y en una forma muy auténtica. En un texto que de entrada puede resultar oscuro, el humor aliviana la lectura, te permite respirar y humaniza al escritor y al universo que esta creando. David, el escritor, tiene un estilo y voz propia y fue muy lindo ser testigo de cómo en esta novela ese estilo y esa voz fueron creciendo y depurándose con cada capítulo.

Borges nos dice que no hay un texto original, sino textos que se basan en otros textos, que a su vez se basan en otros textos. Como en un juego de muñecas rusas o cajas chinas: una dentro de la otra, dentro de la otra y así hasta el infinito. Considero que uno de los aciertos más importantes de esta novela es precisamente la multitud de textos ya sean literarios, musicales, teóricos y científicos que el autor invita a su obra y con los que juega constantemente para borrar las líneas que separan a la literatura de otras areas del conocimiento. Estas conexiones inteligentes y apropiadas enriquecen el relato y hacen que el mundo de la ficción, siga creciendo como un organismo interconectado.

Entre los invitados más destacados a La Clínica del riscal están Freud, Lacan y Foucault. Sus teorías les sirven a los narradores para explicarle al lector que hay detrás de los trastornos mentales de cada uno de los pacientes de la clínica. Algunas de las figuras más importantes del ‘establishment’ literario que acompañan al autor en esta novela son Camus, John Milton, Tolstoi, Goethe, la gran Sor Juana y mi querido Borges. La inclusión de las obras de estos escritores canónicos contextualizan, embellecen, e ilustran el texto pero también son un vehículo para transgredir, provocar y cuestionar.

Algunas de las inclusiones artísticas más conmovedoras son las que aparecen en el capítulo de ISIS en el cual un sin fin de piezas musicales clásicas funcionan como el hilo conductor y transfondo emocional de la historia. Científicos, matemáticos y físicos como Stephen Hawkins, Andrew Strominger y Malcolm Perry también se asoman a esta novela y la enriquecen con lo fascinante de sus teorías, algunas de las cuales, parecen en sí mismas, ficciones.

Como pueden ver, en la escritura de esta novela el autor estuvo muy acompañado. De hecho, fue como una gran fiesta a la que el escritor al crear su texto invito a todos sus escritores favoritos, a todas las mentes brillantes que admira y utilizó todo lo que tenía a su alrededor para hacer literatura. Y a esa fiesta el lector trae también a sus propios invitados porque estas leyendo el texto presente, pero continuamente creas conexiones que quizá sean obvias solo para tí. Y esas evocaciones son todas válidas, porque cada uno traemos nuestra genealogía literaria a cada una de nuestras lecturas.
Leer La Clínica del riscal como borrador fue una experiencia muy enriquecedora. La leí como novela de encargo, donde recibía cada capítulo por separado y cuando menos lo esperaba. La primera ojeada al capítulo siempre la hice con una pluma roja en mano, buscando palabras o frases que se repitieran a menudo, que resultaran clichés o que realmente no dijeran nada. Tengo una obsesión por que la lectura fluya de párrafo en párrafo y a veces no me gustaban nada los conectores con los que me encontraba. Pero esta primera lectura siempre fue un poco distante, trataba de examinar el texto desde fuera, sin realmente involucrarme. En la segunda lectura ya no permitía que las notas rojas me distrajeran y me dejaba llevar por la historia y los personajes y es aquí cuando de forma casi espontánea lo que empezaba a anotar al borde de las páginas no eran correcciones de estilo, sino nombres de autores, nombres de obras, conexiones que, como dije antes, quizá solo tengan sentido para mí, pero que me hacian disfrutar aun más lo que leía.
En el primer capitulo de La Clínica, el autor que se me vino a la mente fue Unamuno, y obvio no fue casualidad porque acababa de leer una de sus novelas en las que dice que la peor característica del humano es el lenguaje porque lo utiliza para apropiarse del mundo y al nombrarlo, lo juzga y lo engaña. Y bueno, aquí estoy frente a una novela en la que los humanos no tienen voz y seres mucho más nobles como los perros son los que nos narran las historias.
A Julia Kristeva, la teórica literaria, la evoqué constantemente con este texto. Kristeva desarrolla la idea de lo abjecto como aquello que trasgrede, lo que rechazamos y nos incomoda, lo que esta ahí inevitablemente pero de lo que nadie quiere hablar y lo que queremos ocultar por que lo encontramos sucio o desordenado o nos averguenza. La literatura y el arte que sacan a flote todo eso hay que celebrarlos porque nos obligan a preguntarnos: ¿Por qué me incomoda lo que me incomoda? ¿Por qué rechazo lo que rechazo?
En algun lugar que ahora no recuerdo, Kristeva también dice algo más o menos así: la mejor literatura explora el lugar de lo ambiguo, perturbador e innombrable, pero también el lugar donde se da una fuerte experiencia estética y donde nos reconocemos como humanos complejos y desordenados. En esta novela, lo abjecto se esconde en una clínica psiquiátrica, pero es ahí donde también nos encontramos con la complejidad de una multiplicidad de experiencias humanas. Todas muy dolorosas pero también muy bellas.

Al leer La Clínica del riscal pensé mucho en autores como H.P. Lovecraft y Mariana Enríquez que han hecho del terror psicológico, la columna vertebral de sus cuentos. También las imágenes descritas en la novela me parecía que podrían muy bien aparecer en un libreto para una película de Guillermo del Toro. La lectura de esta novela también me trajo a colasión la visceralidad de los textos de Roberto Bolaño el cual logra al mismo tiempo hacer literatura y decir las cosas como son. Al Bolaño del humor negro, que incesantemente se burla de su condición de escritor, de la academia, del mundo de la literatura, y el cual quizá ahora se encuentre revolcándose en su tumba al verse una y otra vez citado como el gran referente literario latinoamericano de este siglo.

Borges repitió en varias ocasiones que lo importante de la experiencia literaria son los lectores, éstos en el peor de los casos siempre están traduciendo e interpretando el texto para sí mismos, pero en el mejor de los escenarios, comparten esa interpretación con los demás rompiendo una vez más con el mito de que la escritura y la lectura son actos en solitario. El escritor propone pero los lectores son los que producen significados y es cuando el texto se lee, que el círculo iniciado por el escritor, se cierra.

Mi invitacion esta noche sería que al leer La Clínica del riscal se vuelvan complices de David. Que reciban este texto y se dejen guiar por él, pero que al final ustedes cierren su propio círculo. Y así como el autor es antetodo lector, el lector de esta novela es también creador. Que ustedes con su interpretación terminen de escribir la novela. Porque cada nuevo final, cada nueva interpretación y cada conexión literaria que ustedes hagan, no solo enriquecera su genalogía literaria personal, sino que los convertirá en aportadores y cocreadores en este maravilloso mundo de la literatura.

La Clínica del Riscal

Puedes leer la presentación por MariCarmen Ramos aquí.

¿Qué es la locura, más allá de un intrincado laberinto patológico? Enmarcada entre la cadencia del oleaje y el suave vuelo de las gaviotas, La Clínica del Riscal nos da la bienvenida a sus coloridas sendas literarias para que -sin prejuicios- caminemos a lo largo de nuestra propia demencia. Al hacerlo, caeremos en cuenta que, una serie de diminutas huellas nos acompañan. Así, de la mano de los siete pacientes que nos preceden y con la sabia compañía de igual número de portadores de narices frías, habremos de enfrentar a nuestros propios fantasmas.

Te invito a escuchar tres fragmentos de la música compuesta -especialmente para la novela- por la cellista mexicana, Mónica del Águila:

Faro

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Mariana y el despertar de los volcanes

Mariana_Volcanes_Cover

Dos inmensos gigantes emprenden un gran viaje por un mundo todavía en ebullición. Cansados de su larga caminata, se quedan profundamente dormidos por millones de años, y con forma de volcanes amigos, despiertan felices tras el nacimiento de una niñita de nombre Mariana.

VolcanAnimado

 

 

 

 

 

 

 

 

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Mariana y el perfume de las rosas

Mairiana_Rosas_Cover

Los abuelos, incluso siendo ya estrellas en nuestro firmamento interior, se comunican a través de los sueños. La abuelita Margarita no es la excepción y con todo su amor, comparte con Mariana su pasión por la fragancia de sus rosales.

Rosas_2

 

 

 

 

 

 

 

 

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Mariana y el umbral de las antípodas

Un diminuto hueco en el jardín despierta la imaginación de dos amodorrados cómplices. Empuñando una pala, Mariana y Emiliano caen en cuenta que aquel descubrimiento es la puerta de entrada de quien, tras hacer un larguísimo viaje subterráneo desde las antípodas, los adoptará para toda la vida: el pequeñito elefante Nicolás.

Umbral_1

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Mariana y la magia de las letras

Un puntual petirrojo observa muy tempranito a los niños durmiendo en la Casa de la Montaña. Como averiguará Mariana, sus plumas no solamente lo llevan a remontar el vuelo hasta las nubes, sino hasta el umbral de sus más tiernas fantasías literarias.

Letras_1

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Mariana y la burbuja del tiempo

Mariana_Burbujas_Cover

Tirados en el pasto, al lado de una fogata y con el cielo llenito de estrellas, Mariana y papá juegan con una burbuja de preguntas sobre un universo que no deja de asombrarlos.

Mariana_Intereior_1

Entre la penumbra, escuchan los pasos milenarios del abuelo Bo, quien desde las cavernas ha venido a conocer a su fantasiosa familia.

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